Doy gracias porque siempre he tenido la capacidad de perdonar y de superar en poco tiempo las experiencias más dolorosas de mi vida.
Me imagino que por esa razón con el tiempo llegué a olvidarme por completo de Octavio, el jefe que me hizo la vida un infierno en mi primer trabajo como periodista en los Estados Unidos. Llevaba sólo tres meses al aire como presentadora del Canal 41 en Nueva York, cuando él llegó a la estación y me sacó de mi puesto sin siquiera haberme visto presentar el noticiario porque quería traer a su presentadora de confianza. Eso fue a finales del 1988.
Años después, en una soleada mañana en Miami cuando estaba a punto de emprender una fantástica y nueva aventura, aquellos días grises en Nueva York parecían un recuerdo borroso.
Estaba tras bastidores en el salón de conferencias del Hotel Biltmore, junto a los presidentes de NBC y Telemundo que se preparaban para anunciar a la prensa una gran noticia: que yo había sido contratada como presentadora y jefa editorial de una nueva revista noticiosa que llevaría mi nombre: Al Rojo Vivo con María Celeste.
Mi programa era el primer gran proyecto entre ambas cadenas desde que se había hecho público que la General Electric, compañía matriz de la NBC, estaba comprando a Telemundo. Sólo faltaba el visto bueno del gobierno de Estados Unidos para que se concretara la venta. Las expectativas eran enormes. Como parte de mi nuevo contrato, no sólo estaría trabajando en el mercado hispano sino también para programas de noticias de mucha envergadura en el mercado anglosajón como “Dateline” y el show matutino “Today”. Estaba hiperventilando de sólo pensar en la gran responsabilidad que tenía sobre mis hombros. Sentía la adrenalina corriéndome por las venas.

En Nueva York como co-presentadora invitada en el show matutino de NBC "Today."

Con Ann Curry y Al Roker durante un segmento del "Today" show de la NBC en el que participé como co-presentadora invitada.
Escuché al presidente de NBC en el escenario explicando el gran logro que mi llegada representaba para Telemundo. Lo comparó con la victoria que obtuvo NBC al comprar los derechos exclusivos para transmitir los Juegos Olímpicos, algo que le iba a generar una fortuna a la empresa. La presión era tan grande que cuando me llamó al escenario, tuve que respirar profundo.
Al subir a la tarima, quedé ciega con los flashes de las cámaras y recibí un aplauso ensordecedor. El evento estaba siendo transmitido por televisión y el salón estaba repleto de reporteros. Vi a muchos de mis colegas que venían siguiendo mi carrera desde el principio. Todos estaban sonrientes y, por su actitud, sabía que estaban felices por mí y eso me hizo muy feliz. Dije unas palabras de agradecimiento y hablé brevemente sobre mi nuevo programa.
Uno de los periodistas me preguntó: “Te consideran la Katie Couric de la televisión hispana. Ella gana unos $16 millones al año. ¿Tu nuevo salario se compara?”. Gracias a la experiencia que tengo haciendo entrevistas, sé muy bien cómo responder en estos casos. “Te voy a dar los parámetros: voy a pagar muchos más impuestos que antes, pero estaré ganando menos que Katie Couric”, le dije bromeando.
Otro quería saber qué podían esperar los televidentes de Al Rojo Vivo con María Celeste y le respondí con la pegajosa consigna que estábamos utilizando para promover el lanzamiento: “Espera lo inesperado”.
Tras responder unas cuantas preguntas más, posé para las fotos con los ejecutivos de ambas cadenas. Estaba tan emocionada que les tomé las manos y las levanté en alto, en señal de victoria. La multitud enloqueció y los flashes estallaron.

El día del anuncio a la prensa en abril de 2002, junto a Andy Lack, Chairman de NBC News, y Jim McNamara Presidente de Telemundo.
Me acerqué al borde de la tarima para saludar a los periodistas que querían felicitarme. En ese momento, lo vi entre el mar de reporteros. Era la última persona del planeta que esperaba encontrarme allí: Octavio.
En un instante, me vinieron a la mente de golpe infinidad de recuerdos de todas las veces en que él, siendo mi jefe, me había despreciado, de las veces que me había humillado y me había tratado como si yo estuviera pintada en la pared.
Con una sonrisa tímida él se paró en puntas y desde muy abajo extendió su mano para saludarme. Mientras me inclinaba para estrechársela recordé las palabras proféticas que mi exesposo Guillermo me repetía en la época de los maltratos de Octavio.
“Él va cuesta abajo, Mari. Y tú vas cuesta arriba”.
Ahí estaba yo, arriba, celebrando mi éxito y él estaba allá abajo con una carrera prácticamente anulada. Octavio ya no era director de noticias del Canal 41. Se había mudado a Miami y trabajaba como editor de uno de esos suplementos que vienen con los periódicos, lo que definitivamente era un bajón de rango.
Tal vez estaba allí porque tenía que hacer un reportaje sobre el evento para su publicación o porque quería establecer una buena relación con Telemundo y apoyar la cadena en un día tan importante como este. Quien sabe, tal vez, realmente se alegraba por mí.
Cualquiera que haya sido la razón, frente a todos nuestros compañeros y ante las cámaras, pude haberlo ignorado pero eso jamás pasó por mí mente. No tenía deseo alguno de hacerlo sentir insignificante como él me había hecho sentir a mí.
“Felicidades”, dijo.
“Gracias por venir”, le respondí con una sonrisa sincera.
En la vida uno no debe albergar resentimientos. Si yo hubiera desperdiciado mi tiempo culpando a Octavio por todo lo que me hizo y sintiendo lástima por mí misma, no hubiera podido enfocar todas mis energías en alcanzar mis metas profesionales que me llevaron ese día hasta ese escenario.
Esa misma tarde, se confirmó que la compra de Telemundo por la NBC había sido aprobada. Ambas cadenas ahora formaban un coloso de las comunicaciones y en el medio de todo esto, me acababan de otorgar una oportunidad sin precedente. La noticia salió en los diarios de todo Estados Unidos. El titular del Washington Post decía: “NBC, Telemundo se lleva a Arrarás de Univisión”. La historia en la portada del Miami Herald decía: “La FCC aprueba la venta de Telemundo a NBC por $2.700 millones - Telemundo contrata al más importante talento de su rival”. Debajo del titular, había una foto en la que yo aparecía junto a los presidentes de Telemundo y NBC, todos con las manos en alto en señal de victoria.
Me imaginé a Octavio leyendo el artículo en alguna parte de la ciudad. ¡Que ironía! La vida da vueltas y ciertamente nunca deja de sorprendernos. Eso me confirmó que había escogido la consigna correcta para mi nuevo programa: “Espera lo inesperado”.
