Dicen que “Año Nuevo es vida nueva” y por eso son muchas las personas que aprovechan las primeras semanas de enero para limpiar casa, para deshacerse de todo lo que consideran inservible y empezar de nuevo.
Tal vez por eso, en estos días he visto a varias familias sacando sus cachivaches para llevarlos a centros de donación. Lo que ellos no imaginan es que lejos de ayudar a personas necesitadas lo que están haciendo - en muchos casos- es provocarle un gasto y dolor de cabeza a la entidad benéfica a la cual le donan sus antiguas pertenencias. ¡Aquí les explico por qué!
No siempre la basura de unos es el tesoro de otros. Más bien es raro que alguien se sienta afortunado de recibir los desechos de otra persona. Sobretodo si se trata de puras porquerías como las que, con frecuencia, dan en donación muchísimas personas a organizaciones sin fines de lucro…cosas rotas, inservibles. ¿Quién no ha pecado de hacer una limpieza en casa y dejarle lo que uno no quiere al Ejército de Salvación o a Goodwill?
Por algunas entidades caritativas como Goodwill están ahora diciendo: “Gracias, pero no, gracias” a quienes pretenden “donarles” su tostadora rota.
Pocos saben que en vez de ayudar, donar basura le cuesta dinero a esas organizaciones benéficas. Según la portavoz de unas 30 tiendas de Goodwill en el área de Nueva Inglaterra, a la organización le cuesta $1 millón de dólares anualmente para deshacerse de las 13 millones de toneladas de basura que la gente les deja cuando despejan sus casas. Esto no incluye el tiempo perdido de los empleados voluntarios quienes tienen que clasificar lo que se recibe y rebuscar entre los desechos para organizarlos y disponer de ellos.
¿Qué consideran basura? Pues dichas entidades reciben desde sillas a las que le falta una pata, televisores con la pantalla quebrada, hasta ropa sucia, apestosa y desgastada, entre otros. La mentalidad de muchos "donantes" es soltar las cosas que ya no quieren y salir corriendo. A veces las dejan afuera frente al centro de donación en medio de la noche y para cuando ya se abren las puertas los artículos se han mojado y terminan de arruinarse.
Hay excepciones en que la basura de algunos SI es el tesoro de otros. Como ejemplo, en el acaudalado pueblo de Aspen, Colorado la tienda del Ejército de Salvación vende ropa por unos cuantos dólares que las ricachonas de la zona se han puesto solo un par de veces, como mucho. A veces entregan vestidos de diseñador con las etiquetas del precio puestas porque nunca los estrenaron. Un vestido de $2,000 puede venderse por $40. Ahí las clientas pagan gustosas y se van contentas y todo el mundo gana porque el dinero de las ventas va derechito a ayudar a las familias necesitadas de la zona.

La chaqueta anaranjada de diseñador con la que salgo en esta foto me costó $37 dólares en el Salvation Army de Aspen. Aún tenía las etiquetas puestas.
Doy fe de que efectivamente la basura de algunos se convierte en tesoro para el otro. Cuando era estudiante universitaria en Nueva Orleans, el vecino de enfrente colocó 3 sillas junto al latón de basura. Las tres tenían el espaldar despegado del asiento pero eso era todo y estaban preciosas. Con la misma las recogí y las llevé a un carpintero que por unos cuantos dólares me las pegó con un adhesivo especial y quedaron como nuevas. Luego descubrí que eran unas antigüedades carísimas.
Los directores de las entidades caritativas que colectan artículos para dárselos a personas necesitadas si quieren que las donaciones sigan llegando pero piden que el público sea más consciente al momento de donar. La clave está en que cada persona se haga esta pregunta al momento de donar: “Si tuviese necesidad de este artículo…¿lo compraría en esta condición?”....Si la respuesta es afirmativa, llévelo.
No hay nada más bonito que dar de lo que uno tiene a otra persona que tiene menos o que no tiene nada. Cuando uno dona del corazón, desinteresadamente se siente bien, es como si uno mismo se hiciera un regalo.

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