Muchos de ustedes saben que no me gusta para nada el Día de San Valentín pero pocos saben que la otra fecha que no me encanta es el 31 de diciembre. La despedida de año es una celebración que no me gusta celebrar.
Podría decirles como excusa que ese último día del año me recuerda cuando el padre de mis hijos me dejó en plena Navidad por otra mujer y regreso a casa el 31 de diciembre. Bueno, en realidad yo pensé que regresaba arrepentido cuando lo ví entrar por la puerta pero pronto dejó claro que solo había venido de pasada a buscar calzoncillos porque esa noche iba de fiesta con ella.
Como se imaginan fue una despedida de año negra, pero encontré confort metiendo a mis tres hijos a mi cama, que para ese entonces todos usaban pañales…¡y hasta mis perros acabaron acurrucados con nosotros! Apague las luces y mi cuarto solo quedó iluminado por la pantalla del televisor. Así vi caer la bola de Times Square.
Si, podría decir que eso me marcó para siempre y que por esa razón le tengo grima al 31 pero, no es cierto. Definitivamente aquella siempre será una memoria dolorosa pero desde mucho antes no me gusta cuando se acerca el fin de año y la razón es porque esa fecha me causa una extrema melancolía.
Yo, que me considero la más optimista de las optimistas, ese día sólo pienso en el pasado, en las personas queridas que ya no están entre nosotros, en amores que no pudieron ser, en épocas que fueron y ya no son. Por eso no soy de meterme en fiestas para despedir el año. Me fastidia el ambiente festivo de ese día porque me da la sensación de que la mayoría de las personas entra en un rol ficticio para aparentar que son más felices que nunca aún cuando en muchos casos es al revés. Además, ese vestirse con brillo y soplar cornetas de cartón no va conmigo. Lo he intentado y no me llena.

Lo he tratado pero no soy de máscaras y cornetas de cartón... pero el 31 el champán no puede faltar.
A pesar de mi predisposición hacia el 31 de diciembre debo confesar que he pasado despedidas de año realmente memorables. Como cuando le di la bienvenida al 2018 en Dubai. La ciudad es famosa por sus fuegos artificiales la noche de fin de año en el Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo y fuimos hasta allá para ver el espectáculo.

¡Listos para recibir el Año Nuevo en Dubai! Con mis amigos Daniele Conci, Quique Usales y mi hijo Julian.

No me van a creer si les cuento que, estando allí, en medio de la gran noche del 31, nos enteramos de que ese año habían cambiado los fuegos artificiales por un show de luces láser. Estábamos devastados hasta que vimos el show de luces que fue fuera de este mundo…¡estableció un nuevo record Guinness! En este video de mi viaje podrán ver una porción del show.
Otra despedida de año inolvidable fue cuando un novio que tenía en San Francisco me llevó vendada en su camioneta al tope de una montaña para esperar las 12am. Me pidió que fuera paciente por unos minutos para preparar la sorpresa y cuando me quitó la venda de los ojos ya tenía un picnic con velas y champán mirando desde lo alto al icónico puente Golden Gate. Recuerdo que vimos los fuegos artificiales colarse entre un frente de neblina que entró inesperadamente. Fue una despedida de año memorable.
Otra que no puedo olvidar fue la despedida del 2008 en Aspen, Colorado. Gloria y Emilio Estefan, que son mis buenos amigos, se estaban quedando en mi casa y teníamos todo reservado para recibir la llegada del Año Nuevo en uno de los mejores restaurantes del pueblo. Sólo que esa noche en Aspen pasó algo que hizo titulares en todas partes. Un hombre colocó cuatro bombas en el downtown prometiendo hacer volar todo en mil pedazos y provocando una evacuación masiva. Por suerte no estábamos en la zona de peligro pero el restaurante si. En fin, que terminamos quedándonos en casa comiendo una pizza y tomando champán en pijamas. Eso me encantó.

Al día siguiente de la amenaza de bomba en Aspen me fui con mis queridas Carol Seikley (chaqueta verde olivo) y Gloria Estefan (de negro) a esquiar…¡súper plan para empezar el año!
En una ocasión, me tocó ser una de las presentadoras del programa de despedida de año de la cadena NBC. Transmitimos el show en vivo desde el corazón de Times Square en Nueva York. ¡Que experiencia única! Estar allí entre ese millón de personas sintiendo que el suelo vibraba fue emocionante pero aún ese día, entre ese mar de gente, me dio el ataque de nostalgia.

Desde la plataforma desde donde transmitíamos el programa de Fin de Año se podía apreciar el mar de gente que lleno esa noche el famoso Times Square.
Eso sí, cada año, tan pronto se oyen las 12 campanadas y se acaban los besos y los abrazos, los fuegos artificiales y las uvas y los buenos deseos por el celular , se me quita todo. Salgo de la catarsis como por arte de magia y me vuelvo a programar para realmente darle la bienvenida al nuevo año con mucha esperanza y entusiasmo.
Tan es así, que cada primero de enero me levanto temprano al pie del cañón y salgo corriendo a ponerme cualquier prenda de vestir de color amarillo. Mi fallecida abuela Teté decía que el amarillo es el color para atraer la buena suerte en el año que comienza. ¡Y ese comienzo si lo celebro por todo lo alto!

Comienzo el año vestida de amarillo como aconsejaba mi abuela Teté.
Aprovecho para desearles que este año 2022 sea mejor que todos los anteriores y que todo lo que secretamente desean, se les haga realidad.
